martes, 26 de julio de 2011

¡Manglar sí, camaroneras no!

Blogpost por Paloma Colmenarejo

Hoy 26 de julio es el Día Internacional de la Defensa del Ecosistema Manglar.
Seguro que estás pensando que se trata de un día internacional más en conmemoración de algo que te queda un poco lejano ya que aquí no hay manglares..., pero nada más lejos de la realidad. Una primera diferencia importante es que no se trata de un día impulsado por  Naciones Unidas, sino una propuesta de las comunidades de pescadores y campesinos que a lo largo y ancho de las zonas tropicales americanas se han organizado para luchar por la defensa del manglar y para denunciar que su supervivencia depende de la conservación de estos ecosistemas únicos. Sin manglar, dicen, no hay vida.

Durante los últimos 40 años en las costas tropicales de todo el mundo, los bosques costeros de manglar han sido talados para cultivar langostinos, en consonancia con las recomendaciones de las instituciones financieras internacionales y con el apoyo de gobiernos nacionales y algunos poderosos empresarios. El “oro rosado” - la cría intensiva de langostinos - prometía convertir las zonas de manglar en “productivas” zonas de cría de un producto con el que satisfacer la demanda de este apreciado producto en los mercados internacionales. A cambio se arruinaba a los pescadores y mariscadoras locales y se acababa con la producción pesquera destinada al consumo local, con consecuencias que todos podemos imaginar.






¿De dónde vienen los langostinos que consumes? Piensa en platos tan apetitosos como el salpicón de marisco, langostinos a la plancha, ensalada marinera, y cualquier otro que incluya langostinos en la receta. Estos langostinos pueden venir de la pesca de arrastre, de acuicultura, o de artes menores más sostenibles. Tanto la pesca de arrastre como la acuicultura (camaroneras en los países latinoamericanos donde se obtienen los langostinos) tienen unos impactos demoledores para el ecosistema y las comunidades marino costeras.

De los efectos de la pesca de arrastre ya hemos hablado en varias ocasiones por lo que hoy lo dedicamos a las granjas de acuicultura. Suelen instalarse por un tiempo limitado de entre cinco a diez años en zonas donde habita el manglar, por lo que necesitan cortarlo, lo que deja a las personas y animales que dependen de ellos sin nada. En repetidas ocasiones se han producido ocupaciones del territorio por la fuerza y la expulsión posterior de sus habitantes y al pasar a manos privadas un lugar que antes era de uso comunitario, se impide el libre acceso y tránsito.

La Redmanglar Internacional es una organización que lucha por la defensa de este ecosistema amenazado por los impactos de diferentes industrias como la minería, la extracción de petróleo, las hidroeléctricas, … y este año conmemoran este 26 de julio  haciendo una llamada a la reflexión sobre los impactos negativos de la acuicultura en los países a miles de kilómetros de donde estos langostinos son consumidos.

En España, la mayoría de los langostinos de acuicultura que encontramos en nuestros supermercados provienen de países como Brasil, Colombia, Ecuador, Honduras, México, y Venezuela. En estos países, los bosques de manglar han ido desapareciendo al mismo tiempo que esta industria prosperaba apoyada por los gobiernos. Por ejemplo, en Ecuador, en los últimos 40 años se ha perdido más del 60% de superficie de manglar, y esta pérdida está directamente relacionada con el crecimiento de la industria de la acuicultura.

Seguro que estás pensado en la posibilidad de comer langostinos sostenibles de acuicultura, pero eso de momento es imposible. Según denuncian las comunidades costeras latinoamericanas, una de las grandes amenazas a las que se enfrentan en su lucha por defender y recuperar el ecosistema manglar es la certificación de langostinos como sostenibles sin tener en cuenta los impactos ambientales, la privatización de terrenos comunitarios y las violaciones de derechos humanos (asesinatos, torturas y amenazas...) ¿Es lícito, argumentan, que una granja que ocupó un espacio de uso comunitario, no pagó por los terrenos, contaminó, amenazó... consiga un sello que “garantice su sostenibilidad”? No basta con reforestar ni utilizar menos químicos que no dañen la salud de los consumidores del norte, ….eso es un lavado de imagen.

Desde Greenpeace seguimos apostando por un consumo de pescado responsable y por la pesca selectiva, sostenible y local, reflejada en la presencia de estos productos en nuestros supermercados.

Paloma Colmenarejo (@PalomaColme)
Campaña de Océanos de Greenpeace

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